miércoles, 28 de diciembre de 2011

¿Qué?

¿Qué puede uno decir que abarque tantos años con tantos reblujos dentro?

¿Qué es oportuno expresar sin redundar? Cualquier cosa sería como decirle a mi mamá, que es mi mamá.

Y más me inquieta preguntarme ¿Cómo escribir algo sin ser tan cursi? ¿Cómo no ser cursi sin ser indelicado con algo que por tanto tiempo fue sagrado?

Supongo que sería útil comenzar por despejar la incógnita pública, la que siempre cuestionaba si había o no amor tras siete años de relación. Pues es que no era una relación. Haber sobrevivido nuestras adolescencias, las crisis existenciales de la adultez joven, las etapas reprimidas y las entradas a la universidad; Fueron la prueba de un sentimiento, que más que apasionado e intenso, llegó a pulirse y a ser corpulento y autónomo porque se forjó con cada sospecha de embarazo, con cada fiesta en la que a regañadientes bailamos, con cada vez que nos escapamos detrás de una puerta, con cada borrachera que nos cuidamos, con cada espera en el sofá hasta las 4 de la mañana, con las veces que nos convencimos mutuamente de dejar un trabajo. Con cada velada bebiendo tragos baratos encerrados en la habitación aprendiendo a fumar y cantando “Promises” a pulmón herido. Se forjó a punta de regalos manuales, escritos cursis, borradores de canciones, proyectos a medio empezar, dinero ganado entre los dos, con peleas que lo que hacían era enamorarnos más, con esa obsesión por la música y la lectura de libros incomprensibles.

No necesitábamos conocernos un poquito más, los defectos del otro nos parecían graciosos y nos enamoramos de esos con ira: descubrimos un sentimiento nuevo. Nuestras mejores cualidades nos fastidiaban a veces, como su sentido excesivo del humor que no dejaba ver televisión y hacía estresante ir a cine; O como mi elocuencia y manejo de la palabra que todo lo manipulaba, lo corregía o le quitaba la gracia.

¿Qué cosa concreta puede uno decir? Me estoy viendo en un recorrido de cosas íntimas que no están pintando el noviazgo perfecto, ni están describiendo uno diferente, pero es que no se me ocurre una forma que se salve más de redundar.

Después de perder la cuenta de nuestras rupturas y de las veces que dijimos que deseábamos con el alma no sentir amor para poder seguir adelante; Creo que no puedo agregar nada que no tenga que ver con el pasado, porque ésta última vez, sólo me senté al otro lado de la calle para verte pasar por una vitrina no sintiendo nada cuando cada calle de la ciudad te grita relatos de nuestras caminatas, te vi ignorando que cada rincón de tu casa tiene una huella mía y que incluso tu familia tenía algo mío (dichos, regalos, contactos), te escuché prostituyendo las canciones que no podrían ser para nadie más que para mi y no necesitándome cuando te enfermaste, cuando terminaste una canción, cuando quisiste comprar ropa o cuando no sabías tomar una decisión.

¿Qué puedo agregar que no suene a reproche como el párrafo anterior? Sólo que gracias a todos esos años, pude creer con certeza una sola cosa sobre el amor: para mi crece, se engorda y madura, hasta que ya no necesita tantos cuidados. Nunca me ha parecido que es un ciclo, que a los 360º encuentra lo que su trasero dejó a su paso y debe acabarse porque está descompuesto. No, será por eso que sigo sentimentalmente estancada, porque en este caso debía morirse y me atrevo a decir que ese ente casi autónomo, decidido, maduro y fuerte que criamos, no ha sido asesinado definitivamente y un inmenso porcentaje de él anda por ahí flotando, huérfano, esperando a que vos tengás el valor de volver o de matarlo de frente, porque nunca siquiera le has hecho un atentado. Tu cobardía, que a nadie sorprende dejó, durante todos estos meses, agonizando a algo que necesita y se merece una muerte digna, no por la espalda y que no deje duda o posibilidad de revivir jamás.

***

N.D.E: (Siempre quise poder usar eso)

Desde ya estoy matando cualquier valor literario que precariamente pudiera tener esta publicación, pero gracias a la falta de comprensión de lectura que aqueja a muchos, a uno se le hace necesario recalcar que lo anterior, no es un acto de ruego o un intento de regreso (ni mis sueños más drogados lo serían) Todo para mí es materia prima y más aún si los recuerdos y los sentimientos son míos, hacen más mías mis creaciones que, a veces, pecan de ridículas e insisto, de redundantes.

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